lunes, 9 de mayo de 2022

Y 7) Algunas curiosidades

 Una par de semanas caminando por la Alsacia, observando ciudades y pueblos y mirando con ojos curiosos quizás no dan para todo pero sí para mucho. Por ello queremos cerrar con este capítulo distendido el relato de estos días por aquella región, con el único objetivo de poder mantenerlo en el recuerdo pasado el tiempo, cuando la memoria empiece a mezclar vivencias.

Un detalle que nos llamó la atención es que algunos pueblos lucían en sus accesos unos carteles dejando constancia de que habían sido considerados como la villa preferida de los franceses en determinado año. La verdad, dada su belleza, no es algo que sorprenda, y eso que pueblos destacados en Francia los hay por todas las esquinas.


No recordamos de quién es la obra anterior, muy apropiada para un museo de arte con una gran sección contemporánea, como el de Basilea . 


Pero por muy modernos que nos pongamos, no solo Beni se quedó sorprendida con este cuadro, monocolor, directamente enlutado, cuyo mensaje, si es que lo había, no logramos descifrar. 


Pero modernidades aparte, el peso de las tradiciones se dejó sentir por todos los pueblos de la Alsacia, en este caso celebrando el mes de mayo y sus flores, en plena primavera.


Casas, viviendas y jardines con adornos florales y de animales encontramos a patadas, igualmente en espacios públicos. 


A veces la decoración era especialmente cuidada y tenía pinta de permanente. En cualquier caso, las flores, a la espera del buen tiempo, todavía faltaban en los tiestos de las ventanas. En unas semanas el espectáculo debe ser impresionante.


Desde luego, sí destacan los carteles metálicos, banderines,  estilo siglos pasados que adornan bares, comercios y establecimientos de todo tipo integrándose plenamente con las actividades de las distintas poblaciones y las casas. Decidimos fotografiar unos cuantos y aquí os ofrecemos una selección. Los hay chulísimos.














En las terrazas del Monte Sainte Odile nos llamó la atención esta especie de reloj de sol que, al parecer, es muy curioso. Está colocado sobre dos escalones y una columna redonda más una base cúbica. Tiene 26 caras. En 24 de ellas, con una pieza de cobre se hace sombra sobre las líneas, de tal forma que cada esfera corresponde a una región del mundo. Es decir que se puede saber la hora solar en 24 puntos diferentes


En el pequeño museo que visitamos en Guebwiller, te proponían que montaras el arco de la iglesia con las pequeñas piezas de madera que había encima de la mesa. Lo intentamos todos con poca fortuna hasta que Álvaro persistió y colocando los bloques donde tenían que estar para asegurar la arcada, remató el trabajo.


Llegamos a Alsacia al día siguiente de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, que finalmente ganó Macron. Por ello, en las calles encontramos abundante publicidad electoral, que a veces maridaba de forma extraña con otro tipo de adornos escultóricos. ¿A qué sí? 


Quizás nuestro compañero paseante quiso emular a Macron con esta imagen.


Y de nota alta, sobresaliente incluso, este cartel que invita a los propietarios de perros a recoger los excrementos de sus mascotas. No hace falta saber francés para entender que el autor asume que los canes no saben utilizar el wc y que por tanto a los dueños les toca ramasser, o sea, recogerlos. Muy gráfico y sobre todo simpático.


También encontramos en distintos lugares alusiones a los malgré nous, los "a nuestro pesar", en referencia a los jóvenes franceses que fueron forzados por los nazis a enrolarse en el ejército alemán. El argumento germano era sencillo: Francia fue ocupada pero Alsacia no, ya que se trataba de una región alemana en poder de los franceses. Por tanto, sus habitantes eran alemanes (quisieran o no) con obligación de incorporarse al ejército.

La alternativa a vestir el uniforme alemán era ser recluido en el campo de concentración de Struthol, el único existente en territorio francés, a 60 kilómetros de Estrasburgo. Por allí pasaron 52.000 personas, y de ellas 22.000, cerca de la mitad murieron. Los malgré nous fueron unos 17.000, en su mayoría destinados al frente ruso. Muchos murieron y los supervivientes apresados acabaron en el campo de concentración ruso de Tambov, ahora territorio ucranio. De los que sobrevivieron, algunos no volvieron a Alsacia hasta los años 60.

Y cuando se recorre una región vinícola, la competencia tiene que buscar fórmulas elevadas para poder salir a flote. 


Por nuestra parte, no le hicimos ascos ni a la cerveza ni tampoco al riesling.


¡A VUESTRA SALUD !